Cuando se despeje la polvareda aparecerán los ganadores

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Fuente de la Imagen: El Confidencial

 

En los mercados hay que tener imaginación. Y me refiero a su definición en sentido literal, es decir, crear una imagen mental, ya sea de un negocio, un invento o unas vacaciones

En el caso de los mercados es muy importante imaginar cómo será la situación económica dentro de seis meses o un año. Porque así funcionan los mercados: los inversores compran o venden en función de lo que piensan que va a ocurrir en el futuro. Si compras una nave industrial es porque piensas – o tienes información – de que en esa zona se va a instalar un centro logístico. En tu imaginación no aparece el solar, aparece el almacén que se beneficiará de la demanda de espacio logístico. En las bolsas ocurre lo mismo: quien hace 10 años compró acciones de Amazon tenía en mente el peso que tendría en el futuro el comercio electrónico en la economía.

Ahora tenemos que hacer un nuevo esfuerzo de imaginación. En medio del pesimismo generalizado es difícil, pero hay que empezar a cambiar el chip y enfocar nuestro trabajo a detectar ese momento en el que estarán descontadas todas las malas noticias. Porque una vez descontadas – y sobre todo si surge alguna buena – la mente de los inversores empezará a imaginar un mundo en el que se reduzca el principal problema que tienen ahora los mercados, que no es otro que la inflación.

La guerra también es un problema, pero básicamente es un problema europeo, puesto que es Europa quien paga el efecto rebote de las sanciones. Además, ese efecto se manifiesta en forma de inflación. Lo que realmente mueve y va a seguir moviendo las bolsas globales es la inflación porque la bolsa norteamericana se va a mover al ritmo que marque la Reserva Federal de los EEUU, y esta se moverá en función de lo que marque la inflación.

El dato publicado ayer en EEUU lo demuestra: empezaban a respirar las bolsas, – incluidas las europeas, animadas por el avance ucraniano – cuando sale un dato que falla por una décima y el S&P 500 va y pierde un 3 %. La subyacente también fue peor de lo esperado, pero de nuevo estamos hablando de décimas. El foco del mercado está más enfocado que nunca a un solo problema y este es la inflación.

Pero es importante que un dato concreto no desvíe nuestra atención de lo fundamental, que es que al inversor de medio largo plazo lo que le interesa ahora es detectar cuál es el techo de la inflación. Porque ese es el dato que marcará cuál es el fondo del periodo bajista que ha sufrido y sigue sufriendo el S&P 500.

Nuestra obsesión ahora tiene que ser identificar los mínimos del mercado, porque es donde emplearemos la liquidez que recomendamos acumular en su día, cuando empezaron los problemas generados por la mezcla tóxica de subida de tipos y guerra.

Es importante matizar que el punto de entrada no será cuando la inflación esté cerca o donde quiere la Fed. Cuando eso ocurra, las cotizaciones estarán de nuevo donde estaban antes de que se produjera la tendencia bajista. El mercado consolidará los mínimos y empezará a cambiar de tendencia tan pronto tenga el convencimiento de que el siguiente paso de la Fed sea moderar el ritmo de subidas. Con el dato de ayer obviamente no es el caso, pero en algún momento lo será. Y posiblemente no está tan lejos.

El timing de entrada en el mercado en general es lo más importante, pero si buscamos la excelencia también tenemos que detectar los sectores que vayan a quedar en mejor situación cuando vuelva a la normalidad a la política monetaria. Y no les quepa duda de que volverá: es solo cuestión de cuanto esté dispuesta a apretar las tuercas la Reserva Federal. Además, ahora los elementos exógenos que no controla, – el precio del petróleo y de las materias primas o los cuellos de botella de la distribución – están controlados o moviéndose a la baja.

Para entender como tenemos que “imaginar” el escenario una vez se despeje la polvareda les pondré un ejemplo: el sector financiero.

Como es lógico, el sector financiero sufre cuando caen las bolsas. No es ajeno al debilitamiento económico que provocan las subidas de tipos. Recesión significa menos negocio, y eso incluye a los bancos. El efecto positivo de la subida de los tipos de interés se compensa a la baja con el de una menor actividad económica. Y si la recesión es profunda, con un aumento de impagos.

Ahora imaginemos que la Reserva Federal alcanza su objetivo de doblegar la inflación y empieza a moderar su agresividad. Lógicamente, se pasa de la recesión al crecimiento y, aunque este inicialmente sea moderado, basta para que el elemento negativo desaparezca, pero – y esto es lo que marca la diferencia-: con un nuevo nivel de los tipos de interés, que triplica o cuadruplica los que había antes y, en consecuencia, el de los márgenes de los bancos.

Es como si realizáramos un giro del famoso ejemplo de Warren Buffett de que cuando baja la marea se ve quiénes se estaban bañando desnudos. Pero en este caso en positivo: cuando baje la polvareda se verá quienes han quedado en las mejores condiciones para hacer negocio. Pero hay que imaginárselo antes, porque, cuando ocurra ya habrán subido de precio.

 

Artículo escrito por Víctor Alvargonzález en El Confidencial