Cartera inversora para hijos y nietos

El Economista 14 10

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La mayoría de la gente mide la rentabilidad de sus inversiones en plazos más bien cortos – entre seis meses y un par de años -, pero hay quien se plantea plazos mucho más largos. Normalmente para dedicar esa inversión a su descendencia. Una cartera estratégica, que permanece estable a lo largo del tiempo, lo que técnicamente se conoce como cartera de “comprar y mantener” (”buy & hold”).

Tener dos carteras con horizontes de inversión diferentes, una táctica con visión de corto plazo y una estratégica con visión a  largo no tiene nada de malo, siempre que se respeten los principios fundamentales de inversión de cada una de ellas.

Así que en Nextep hemos decidido emitir una nota de análisis para facilitar a nuestros clientes la creación de una cartera pensada para el muy largo plazo – entre 10 y 20 años -, puesto que las de corto y medio plazo son las que recomendamos habitualmente.

En este sentido, es impresionante hasta qué punto es importante identificar las grandes revoluciones tecnológicas o económicas. Por ejemplo, en los años 70, en Silicon Valley, se encontró la forma de aumentar de forma exponencial la capacidad de almacenamiento de los microchips. Luego se inventó Internet. Luego llegaron los Gates, Jobs, etc. El inversor que hace 20 años se dio cuenta de lo que se estaba cocinando ha ganado un 625% más invirtiendo en el Nasdaq que haciéndolo con el Ibex, un índice totalmente ajeno a la revolución digital.

Hay que tener en cuenta que las fuerzas transformadoras no tienen por qué venir únicamente de la tecnología. En el futuro podría ser la industria aeroespacial o la medioambiental, por poner un ejemplo. Pero, dado que vivimos en una sociedad que se caracteriza por su adoración a la tecnología, al diseñar la cartera estratégica es obligatorio tenerla en cuenta. Subsectores como la inteligencia artificial , la tecnología blockchain o la computación cuántica son un ejemplo.

También hay que mirar activos que no tienen un gran futuro “per se”, pero que pueden estar ahora extremadamente caros o baratos. En una visión estratégica nos interesa invertir en situaciones extremas que se equilibrarán en el tiempo. El caso más evidente actualmente es la hipervaloración de los bonos, especialmente los europeos, tras años de manipulación por parte de los bancos centrales.

Apostar contra un activo que consideramos sobrevalorado es tan fácil hoy en día como comprar un fondo que invierte en el EuroStoxx 50.

En cuanto al instrumento a utilizar para esta inversión de larguísimo plazo y total estabilidad no tenemos ninguna duda: los ETF. Primero porque los negocios nuevos, sobre todo de sectores incipientes, no suelen tener una presencia importante en los fondos tradicionales. Pero se pueden encontrar en estos ETF. Segundo, porque nos ahorraremos una fortuna en comisiones. Como la idea es comprar y mantener, desaparece la ventaja fiscal de los fondos tradicionales, ya que no vamos a mover la cartera hasta que vendamos para darle el dinero a hijos o nietos. Y cuando vendes pagas lo mismo sea fondo tradicional o ETF. Pero con los ETF llegamos a muchos más activos sectores y países y afinamos mucho mejor la puntería.

Invertir directamente en valores también vale, pero es más difícil acertar. Los genios como Steve Jobs o Bill Gates tardan en ser conocidos y apreciados. Y sufren baches. Es mejor empezar por las ideas y tendencias y luego centrar el tiro añadiendo nombres propios.

 

Artículo escrito por nuestro Director de Estrategia, Víctor Alvargonzález, en El Economista.