¿Se irá la economía mundial por el “Agujero de Jackson”?

Jackson Hole, en español “El agujero de Jackson”: una especie de congreso de banqueros centrales. Como los que pueden realizar dentistas, médicos, abogados o economistas. Pero en este caso son los que manejan la máquina de producir dinero y todo lo que allí se diga tiene una repercusión muy importante para la economía mundial. Especialmente para los mercados financieros.

 

Aunque normalmente las declaraciones que se hacen en Jackson Hole suelen ser más institucionales y estratégicas que tácticas y de corto plazo, en esta ocasión el presidente de la Reserva Federal ha sido más concreto. Probablemente porque le estaban acusando en medios y redes sociales de ser demasiado blando.

 

En realidad su mensaje no ha sido tan agresivo, pero los mercados no se lo han tomado nada bien. Probablemente porque los mercados cuando están pesimistas solo escuchan la parte pesimista de los mensajes que confirmen su visión.

 

Ha dicho cosas que evidentemente tiene que decir y que son de sobra conocidas, como que está totalmente comprometido con bajar la inflación —no podía ser menos— y que lo hará aunque esto suponga daño para la economía (lo cual para los inversores debería de resultar obvio). Y que era consciente de que eso hace daño a empresas y familias, pero que no actuar sería peor. Exactamente el mismo discurso que ha transmitido a lo largo de los últimos tres meses.

 

De hecho también ha matizado que ese daño al crecimiento económico debería de ser “leve” (“soft”), que la subidas estarán condicionadas por los datos —cualquiera puede entender ahí que si la inflación empieza a descender la Fed será menos agresiva— y que es consciente de que esos datos últimamente se han ido moderando. 

 

También mencionó los indicadores adelantados, que como veremos más adelante, últimamente apuntan hacia una inflación menor y a que el suflé de la economía norteamericana se estaría desinflando lentamente. Por eso está en recesión, aunque sea “leve”. Todo bastante obvio, pero obviamente en los medios y en las redes solo se ha hablado de la primera parte y nada de lo que aparece en estos últimos párrafos.

 

Pero si al final tampoco dijo nada tan nuevo y de hecho en algún momento alternó una de cal con una de arena, ¿por qué una reacción tan negativa del mercado, que perdió un 3 % en el día? En nuestra opinión se debe a tres motivos fundamentales. 

 

  1. Realización de beneficios. Contrariamente a lo que esperaba el consenso, la mayor parte del verano ha sido alcista. El S&P 500 recuperó un 20 % desde los mínimos del mes de junio. Terreno abonado para recoger plusvalías si surgen dudas.

 

  1. Pesimismo generalizado. Es muy difícil encontrar un solo economista, analista, gestor o “influencer” que no lo vea ahora mismo todo negro. 

 

  • La dantesca situación europea.

 

El nivel de posiciones cortas —nivel de inversores que apuestan por que el mercado seguirá cayendo— es mayor que durante la crisis financiera de 2008 (que ya es decir). Y mucho mayor que durante la pandemia. 

 

Grafico nº 1: Record de posiciones cortas (desde 1990)

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Fuente: Merk Investments – Bloomberg

 

Tampoco ayuda que la estrategia de los políticos europeos ante el desastre energético que se avecina sea limitarse a advertir a los ciudadanos de lo que viene, sin proponerles soluciones alternativas al “tenemos que asumir el coste de las sanciones y punto”. 

 

El resultado es que los precios actuales del gas en el mercado de futuros son como si el petróleo que se consume en Europa costará 1000 $ por barril. Si nadie hace nada al respecto, ya se llame negociación sobre las sanciones, alto al fuego en Ucrania o similar, el invierno energético europeo puede tener consecuencias desastrosas.

 

¿Significa esto que hay que venderlo todo y retirarse hasta que todo se solucione? No, no se trabaja así en los mercados si se pretende ganar dinero. Porque cuando todo esté solucionado el mercado habrá vuelto a los máximos anteriores para reflejar en los precios la vuelta a la normalidad. Si se va a invertir en los mercados se intenta comprar barato y, en caso de vender, vender caro, pero no a la inversa. 

 

El pesimismo extremo es lo que “limpia” el mercado y el dinero se hace comprando cuando “todo está mal”, no cuando “todo está bien”. Cuando todo está bien el mercado ya ha subido, aliviado y reflejado “lo bien” que está todo, y desaparece el margen de plusvalía. 

 

Hemos visto un adelanto de lo anterior en junio, cuando la desesperación era total entre los inversores y el mercado se apuntó una subida del 20 % en un mes. El pesimismo extremo suele ser un indicador contrario.

 

También lo vemos en el gráfico n.º 1: en casi todas las otras ocasiones en las que la gran mayoría de los inversores apostaban contra el mercado luego subió. Entre 2009 y 2011 las posiciones fueron mayoritariamente bajistas, pero lo que vino luego fueron subidas muy potentes. Y lo mismo en 2020.

 

Como bien saben nuestros clientes, no queremos decir con esto que haya que poner toda la carne en el asador ahora mismo, sino tener algunas posiciones en la “carne” de mayor calidad. Porque cuando empiece a bajar la inflación, la Fed empezará a moderar su discurso, así como el ritmo y cuantía de las subidas de tipos de interés. Cuando esto ocurra el mercado reaccionará en consecuencia. Y lo hará muy rápido.

 

Recuerden que lo que realmente mueve ahora los mercados y seguirá moviéndolos en el futuro es la política monetaria de la Reserva Federal de los EE. UU., no la guerra de Ucrania. Salvo que esta última tomara un giro inesperado, a día de hoy es una guerra de desgaste con efectos negativos sobre Europa. Basta ver que el día que realmente se mueven los mercados es por un dato de inflación o un indicador adelantado que afecta a la inflación. 

 

Quien tomó posiciones en el mercado en 2009, 2011 y 2020 ha ganado tanto en estos años que ahora tiene garantizada su rentabilidad a medio plazo. Ahora se está creando una nueva oportunidad, con la ventaja de que no es necesario jugársela en medio de una crisis financiera (2009) o de la llegada de un virus desconocido, mortal y terriblemente contagioso (2020). Hay que estar preparado y contar con el asesoramiento adecuado para aplicar el timing preciso, pero la oportunidad está ahí.