Viene un buen año – incluso un buen ciclo – para la gestión activa.

En los próximos meses se va a reavivar el debate gestión activa versus gestión pasiva. Y se va a reavivar porque, por segundo año consecutivo y después de una sequía que ha durado muchos años, se va a incrementar el número de fondos de gestión activa que consigue superar a sus índices de referencia. Y más importante todavía: este año se va a notar mucho que subirse a unos cuantos índices importantes no es suficiente para obtener buenos resultados en una cartera formada por fondos de inversión.

 

Antes de continuar, dos matices importantes. En primer lugar, aclarar que quien suscribe es consciente de que en el largo plazo son muy pocos los fondos de gestión activa que consiguen batir a sus índices de referencia y, lo que es peor, muchos fondos que se dicen de gestión activa en realidad son fondos de gestión pasiva que cobran como si hicieran una gestión activa.

 

En segundo lugar, Nextep es una empresa de asesoramiento financiero realmente independiente, es decir, no cobramos comisiones de los productos que recomendamos. No tenemos ningún interés en promocionar fondos de gestión activa o de gestión pasiva. Nos interesa recomendar lo que mejor vaya a funcionar y salga más barato. Punto.

 

Aclarado esto, les explico por qué creo que este año los fondos de renta variable de gestión activa mejorarán ese ratio que la empresa de análisis Morningstar denomina “tasa de éxito”, es decir, porcentaje de fondos que consiguen batir a sus competidores de gestión pasiva.

 

En los últimos 10 años, ese porcentaje ha sido del 25 %. Y si cogiéramos los últimos 20 sería similar. Por eso digo que, a largo plazo, son pocos los fondos de gestión activa que aportan valor y justifican su elevada comisión de gestión. Ahora bien, en el corto y medio plazo hay excepciones importantes porque la economía es cíclica. Y hace un año que hemos entrado en uno de esos periodos excepcionales. 

 

En 2021 el ratio de éxito subió al 40 %, cumpliéndose lo que dijimos al inicio del año de que, en gestión de fondos, “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Y revuelto no significa que sea un año malo para la renta variable, sino que hay rotación interna en las bolsas (por activos, sectores o países). 

 

La rotación revolvió el río y no solo hubo sectores como el financiero o las materias primas que superaron a los grandes índices de referencia e incluso al sector tecnológico, sino que estilos de gestión que parecían destinados a la extinción volvieron a la vida. Todo ello hizo que casi se doblara la tasa de éxito en los fondos de gestión activa.

 

Otro ejemplo de río revuelto que modificó el ratio de éxito se produjo en los años posteriores a la gran crisis financiera. Los fondos “de valor”, cuyos gestores suelen ser más hábiles en buscar gangas que en detectar empresas con potencial de crecimiento, hicieron su agosto gracias a los precios tan bajos que produjo la crisis y cuya cosecha recogieron con la recuperación. 

 

Ahora llega una nueva tormenta que vuelve a remover el río, creándose corrientes que pueden ser muy positivas para gestores activos dignos de tal nombre. Un nuevo escenario económico en el que, a un contexto que ya era diferente al que había antes y durante la pandemia, se añade el aislamiento económico del mayor productor mundial de materias primas (y tercero de petróleo). En otras palabras, se añade inflación. Así, el cambio será todavía mayor de lo previsto en las políticas monetarias de los bancos centrales. Si a lo ocurrido en 2021 lo llamamos en Nextep “La Gran Rotación”, a esto le vamos a llamar “La Gran Rotación al cuadrado”.

 

La inflación y su consecuencia más importante para los mercados —el cambio en las políticas monetarias de los bancos centrales— son auténticos remolinos para la rotación interna y generan grandísimas oportunidades para los gestores activos. Y, muy importante: generan fuertes cambios a nivel sectorial y en los resultados de los distintos estilos de gestión.

 

Pero no acaba ahí la cosa. Porque una cosa es la gestión pasiva de fondos —que normalmente suele superar a la activa— y otra muy distinta es la gestión pasiva de carteras formadas por fondos de inversión, esa que realizan las entidades que se limitan a colocar el dinero de sus clientes en unos cuantos índices grandes. La gestión activa de carteras suele superar con cierta frecuencia a la gestión pasiva (de carteras), porque siempre hay activos, sectores y países que lo hacen mejor que los índices generales y, en cuanto se les da cierto peso en la distribución de activos, se supera a los grandes índices. Y resulta que donde más se aprecia esto es cuando el río baja revuelto.

 

En otras palabras, si en 2020 hubo países y sectores (China y Nasdaq, por ejemplo) que superaron a los grandes índices y lo mismo ocurrió en 2021 (sobre todo a nivel sectorial), en 2022 se va a notar mucho más, porque el río baja bastante más revuelto. A la salida definitiva de la pandemia —que de por sí ya supone un cambio— se añade otro no menos importante en las políticas monetarias de los bancos centrales. Otro año para ser activos, tanto en la selección de fondos como en la gestión de carteras formadas por fondos.