Análisis de probabilidades sobre la guerra y la macroeconomía

Cierto: no tenemos la bola de cristal. Y menos en temas geopolíticos. Menos todavía si dependen de lo que le pase por la cabeza a una sola persona. Y no les quiero decir cuando esa persona es Putin, que además no tiene que dar cuentas a nadie.

Pero como asesores financieros tenemos la obligación de realizar un análisis de probabilidades en base a la información disponible y, sobre todo, a las opiniones de los expertos en aquellos campos que desconozcamos. Con el COVID tuvimos que localizar a los mejores expertos en pandemias, vacunas y virus. En el caso de la guerra en Ucrania, sobre todo expertos militares.  La verdad es que echamos mucho de menos la época en la que nuestro trabajo se centraba en realizar predicciones macroeconómicas y financieras.

Por supuesto que nuestro cálculo de probabilidades puede fallar, para eso son probabilidades y no certezas. Pero no por eso podemos dejar de hacerlo.

  1. Le damos una alta probabilidad a que la guerra, tal y como lo estamos viendo ahora, finalice en un plazo relativamente corto, es decir, más en semanas que en meses.

Luego podría quedar una guerra de guerrillas o, en el mejor de los casos, un alto al fuego que dé paso a una nueva negociación. Los ucranianos les han puesto muy difícil las cosas a los rusos y podrían ponérselas todavía más, pero no como para ganar la guerra. La diferencia de fuerzas es demasiado grande.

Es importante tener en cuenta cuáles son los objetivos de Putin: desmilitarización de Ucrania y que se reconozca que Crimea y el Donbás pertenecen a Rusia. Esta segunda parte en la práctica ya la tiene, se lo reconozcan o no. Y en unas semanas habrá infligido tal daño al ejército de Ucrania y a sus infraestructuras que, en la práctica, también habrá conseguido en gran medida el primero.

Nos referimos al daño infligido a la parte más importante del ejército, es decir, la fuerza aérea, los aeropuertos y bases militares, las estaciones de radar, los tanques o la artillería pesada.

Además y como tétrica “cobertura”, Putin tendrá pronto como rehenes a las poblaciones civiles de las principales ciudades del este de Ucrania, capital incluida. Y eso, como decimos, en semanas, no en meses.

La aportación de material militar por parte de la Unión Europea y EE. UU. puede resultar muy útil en una futura guerra de guerrillas, pero no va a alterar tanto al equilibrio de fuerzas. Y no es tan sencillo hacer llegar maquinaria de guerra, sobre todo pesada, al ejército ucraniano.

Otro motivo por el que pensamos que la guerra en su configuración actual será relativamente corta es que le cuesta a Putin 20.000 millones de dólares al día. Y a eso hay que añadir el impacto económico de las sanciones. Dentro de un mes la economía rusa estará sufriendo de hiperinflación, falta de recambios en la maquinaria y productos de origen occidental, incluida toda la tecnología, desabastecimiento de muchos bienes importantes y una lista de penurias que ocuparía todo un capítulo de este informe. Eso, unido a que habrá alcanzado el grueso de sus objetivos, podría “animarle” a sentarse a la mesa de negociación y hacer algunas concesiones a cambio de reducción de sanciones.

  1. Una posible guerra de guerrillas tendría un efecto muy distinto sobre los mercados que la guerra convencional que estamos viviendo ahora.

Sería el nuevo Afganistán o Chechenia de Rusia, aunque algo más llamativo por ser en Europa. Y mucho más letal para el ejército ruso de lo que lo fueron aquellos conflictos. Pero ese tipo de guerra no genera tantos titulares en los medios ni llama tanto la atención en las redes y por lo tanto no afecta tanto a las bolsas.

  1. Escenario de mayor inflación, pero con crecimiento, no de estancamiento más inflación (estanflación).

Lo analizamos con más detalle en el capítulo de las oportunidades, pero adelantamos que pensar que un país con un PIB similar al de España, que además no es ninguna potencia industrial ni tecnológica, vaya a ser capaz de llevar al mundo a una recesión, cuando además están en marcha planes de estímulo económico y monetario de una magnitud desconocida hasta la fecha, nos parece un poco exagerado.

De hecho, ahora al plan de estímulo económico dirigido a la transición energética o la digitalización hay que añadir el de rearme al que se ha comprometido la Unión Europea. Y ha creado un fondo dedicado a dicha inversión.

En lo que respecta a ir eliminando la dependencia energética de Europa, ahora que los políticos le han visto las orejas al lobo tendrán que apretar, tanto en las inversiones en energías limpias como posiblemente en la construcción de nuevas centrales nucleares. Una inversión muy importante.

Donde sin duda influirá el aislamiento económico de Rusia será en el nivel de inflación, como consecuencia de las sanciones, cuya magnitud y duración dependerán de si hay negociación o no. Pero las sanciones, una vez establecidas, le va a costar mucho a Putin que se retiren. Y occidente lo pagará con un mayor nivel de inflación, aunque pensamos que no tan grave como para impedir el crecimiento.

En resumen, le damos una alta probabilidad al escenario de mayor inflación con crecimiento y una menor probabilidad al de “estanflación”.

La cuestión de la inflación es por lo tanto la que tenemos que vigilar con más atención. Dependerá del nivel y duración de las sanciones, lo que a su vez determinará el tipo de activos, sectores y países en los que sea interesante invertir. Por ejemplo, una inflación disparada justifica la inversión en oro incluso aunque ya haya subido. Pero si no se dispara seguramente no merezca la pena.

Lo mismo podemos decir de los bancos centrales. Si se dispara la inflación dejarán de comprar bonos mucho antes y procederán antes a subir los tipos de interés (una vez se haya recuperado el equilibrio geopolítico).

El nivel de inflación también va a depender mucho de cuál sea la actitud de los supuestos aliados energéticos de Occidente. De momento países como Arabia Saudita y las monarquías del golfo en general no se han dado por aludidos. Hasta el punto de que se está negociando con países como Venezuela o Irán para poder aumentar la producción.

¿Sería realista esto? Como vemos en el gráfico número uno de este cuaderno, Rusia es el tercer productor del mundo, pero los esfuerzos coordinados de Estados Unidos más los países productores con capacidad extra de poner petróleo en el mercado, es decir, Arabia Saudí, Irán, Irak, Venezuela y Emiratos, serían más que suficientes para limitar la subida del precio del crudo.

Tengamos en cuenta que la suma de lo que podrían poner en el mercado todos los anteriores en un plazo relativamente corto pone 4 millones de barriles diarios y Rusia exporta a Occidente 4,3 millones. “Ergo” se podría equilibrar la oferta y la demanda y el petróleo bajaría a niveles parecidos a los de antes de la invasión. En ese caso habría más inflación, por la vía de las materias primas y el gas, pero no tanta como espera ahora mismo el mercado.

Gráfico n.º 1: Los mayores productores de petróleo

Gráfico n.º 1: Los mayores productores de petróleo

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