Los que apostaban por que cayera la bolsa están haciendo que suba

elconfi 18 01 2023

Fuente de la Imagen: El Confidencial

En mi newsletterLos cuadernos del mercado, del pasado mes de noviembre, informaba de que habíamos alcanzado un nivel de apuestas contra el mercado que no se había visto desde la crisis financiera de 2009. Solo entonces había habido tantos «cortos», que es como se llama a quienes invierten en productos que suben cuando baja la bolsa. Y recordaba que consensos de esa magnitud suelen funcionar, pero como indicador contrario, es decir, mejor hacer lo contrario de lo que digan.

El dato que mide el nivel de pesimismo utilizando la información del volumen de operaciones «cortas» se llama put – call ratio, siendo puts las posiciones cortas y calls las posiciones largas (las que apuestan por que suba el mercado). Cuando hay más de las primeras, el ratio sube. En los mínimos del S&P 500 del mes de octubre, este ratio alcanzó su máximo nivel, superior incluso al alcanzado con la llegada de la pandemia.

Todavía me pregunto por qué toda esta gente consideraba que una subida de tipos de interés como la que estábamos viviendo, que es agresiva, pero en términos cuantitativos no es nada del otro mundo, es como una crisis financiera mundial o peor que un confinamiento global.

 

El máximo pesimismo era generalizado. De hecho, mucho más institucional que de los inversores particulares. Aparte de que ese también es un dato, cualquiera puede entender que en operaciones realizadas con derivados el grueso lo llevan a cabo los grandes inversores institucionales, no los inversores particulares.

 

En el análisis que hicimos en Los Cuadernos nos hacíamos eco de una información publicada por Citi —uno de los mayores bancos de EEUU— según la cual, a partir de los 3.865 puntos del S&P 500, dos terceras partes de los inversores que apostaban contra el mercado empezaban a perder dinero. Y a partir de 4.000, todas las posiciones perdían dinero.

 

Ahora tenemos datos concretos. Según Goldman Sachs, una cesta de valores compuesta por los que acumulan más posiciones cortas, sube un 15,70% solo en la semana pasada. Es decir, si suben, quienes están apostando contra ellos están perdiendo proporcionalmente, o sea mucho. Los datos de Citi se quedaban cortos. Todavía no ha superado el S&P 500 los 4.000 puntos (aunque según escribo está cerca) y la mayoría de las posiciones cortas están generando pérdidas.

 

Lo más importante de aquel análisis eran —y son— las consecuencias prácticas para la futura evolución del mercado. Porque, cuando alguien se pone corto, tiene que pedir prestado el valor, en este caso la acción, para poder hacerlo. Vende algo que no tiene, en la esperanza de que luego lo recompre más barato y se lleve el margen de beneficio. No es que haya que hacerlo así literalmente, de la operativa ya se encarga el bróker o el ETF de turno, pero esto es lo que ocurre detrás de una operación de este tipo. Ahora bien, si el valor sube, llegado cierto nivel de pérdidas, muchos inversores deciden cerrar la posición, y para eso tiene que tenerla, es decir, tiene que comprar el título.

 

Ya sé que suena complicado, pero créanme, funciona así. Y en cualquier caso, lo importante es que, con un volumen de posiciones cortas de ese tamaño, a más sube el índice, más se generan compras de cobertura (para cerrar o cubrir pérdidas).

 

En otras palabras, y como indicábamos en Los Cuadernos, la bolsa puede subir por el efecto de cobertura de esas posiciones. Irónicamente, la bolsa de EEUU está subiendo en parte gracias a quienes pensaban que iba a bajar. Y a que fueran muchos.

 

La conclusión a corto plazo es que hay que estar muy atentos a si ese nivel 4.000 se supera y, sobre todo, si se mantiene la subida. Y no les quiero decir si se supera claramente. La avalancha de compras forzadas sería equivalente al récord de posiciones cortas que hay que cubrir.

 

La otra conclusión es más la enseñanza que no me canso de repetir: a lo mejor en otras actividades el consenso es la dirección a seguir, pero no siempre en los mercados. De hecho, la estadística demuestra que en la mayoría de las ocasiones el consenso nos enseña cuál es el camino equivocado, sobre todo cuando el consenso es unánime. Así que por lo menos tenemos que valorar siempre la posibilidad de que el consenso se pueda equivocar.

 

 

Si desea leer el artículo escrito por Víctor Alvargonzález en ElConfidencial puede hacerlo a través del siguiente enlace: Artículo