Mercados contra consenso y Nextep … Resumen del primer semestre de 2023
Invertir basándose en lo que digan los “influencers” y los medios de comunicación es una mala idea. Los medios, porque saben que las malas noticias son las que dan buenos titulares. Los influencers, porque saben que lo que genera seguidores es el miedo. Partiendo de esa base, cualquier semejanza de objetividad será pura casualidad.
Luego está el consenso de analistas y estrategas. En el sector financiero el consenso de los profesionales puede ser igual de peligroso que el de los aficionados. Como pueden comprobar en anteriores publicaciones que hemos hecho en los Cuadernos del mercado que publicamos mensualmente, de los 25 estrategas más importantes de Wall
Street, solo 4 predijeron que este año subiría el S&P 500. Y ya ha superado las predicciones del consenso y estamos en junio. Como se dice coloquialmente, muy mal tendría que darse para que el consenso no se equivoque de nuevo.
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Obviamente siempre hay gente que acierta, y no son pocos los que repiten, lo que también confirma que en este negocio ocurre como en las demás actividades: que hay diferencias. Que no todo el mundo es bueno ni todo el mundo es malo, que hay gente buena, mala y medio pensionista. Como ocurre con los futbolistas, los abogados, los médicos, los actores o casi cualquier profesión que uno pueda imaginar. Pero lo que está claro es que en los mercados financieros el consenso como tal no es especialmente bueno en sus predicciones y suele equivocarse mucho más que acertar.
Como saben nuestros suscriptores —y especialmente nuestros clientes con perfiles más agresivos— hace tiempo que nos olvidamos del consenso y recomendamos ir tomando posiciones en renta variable. Y hemos insistido en ello en casi todos los números de los Cuadernos de este año.
El planteamiento general lo mostramos, además de en estos Cuadernos, en la presentación de estrategia 2022, que realizamos en diciembre, donde decíamos que la subida tendría dos fases:
- una, según se fuera confirmando la bajada de la inflación,
- y otra que tendría como motor el efecto FOMO, acrónimo de “Fear Of Missing Out” (“miedo a quedarse fuera”). Y que el segundo motor se encendería cuando esa gran mayoría de inversores que por seguir al consenso se quedaron fuera del mercado sientan que se están perdiendo algo y quieran incorporarse.
La imagen que aparece a continuación es la que utilizamos para expresar lo que ocurrió en 2022 y lo que ocurriría en 2023.
Técnicamente, el S&P 500 ha entrado oficialmente en tendencia alcista, al haber subido más de un 20 % desde los mínimos del mes de octubre. El Eurostoxx 50 y el Nikkei japonés han subido incluso más. Ahora las bolsas no solo son alcistas —contradiciendo totalmente al consenso y a los “influencers”—, es que lo son de forma generalizada. Y esto, desde el punto de vista del análisis técnico, es importante, porque, según la teoría de Charles Dow (creador del análisis técnico), un mercado no es “oficialmente” alcista hasta que incluye a todos los índices más importantes.
Si en lugar de escuchar al consenso y a los mensajeros del miedo, los inversores, asesores y gestores se hubieran centrado en la realidad y no en el relato, ahora mismo habría muchos más beneficiados de este movimiento alcista.
La primera realidad era —y es— que la inflación está bajando. Y que, si la caída que tuvieron las bolsas el año pasado se debió al incremento de la inflación —que es lo que obligó a la Reserva Federal a subir los tipos de interés—, si cambian las causas, cambian los efectos.
Otra realidad es el advenimiento de la inteligencia artificial. Hemos de reconocer que no
contábamos con ello en diciembre, pero bienvenidas sean sorpresas como esta.
Puede que no fuera el titular más atractivo, o el tuit que genera más seguidores, pero hace unos meses ya dijimos que la inteligencia artificial supondrá un cambio fundamental en la economía, tanto a nivel tecnológico como en la productividad de las empresas (lo explicamos con detalle en otro capítulo de los Cuadernos). Un cambio positivo, que acabará reflejándose en las cotizaciones. Y no solo la de las empresas tecnológicas.
Afortunadamente el movimiento alcista no ha acabado. Queda una segunda oportunidad: la inflación costará que baje, pero seguirá bajando —el último dato del PCE norteamericano, el más seguido por la Fed, ha caído al 3,8 % (desde el 4,3 % anterior y un máximo previo del 6,8%)—, porque los elementos que crearon la inflación actual siguen diluyéndose (ver Cuaderno n.º 76, de mayo de 2023). Y el motor de la productividad que generará la inteligencia artificial no se ha detenido: acaba de encenderse.
También sigue en marcha la máquina de generar pérdidas que suponen las subidas bursátiles para quienes apostaron por que las bolsas bajarían. Los que, en la jerga del mercado, se dice que se pusieron “cortos”. Nunca había habido tantos y ahora tienen que cubrir sus pérdidas, comprando acciones que no tienen (por eso se llama vender a crédito). Y eso ayuda a que suban los índices contra los que apostaron. Del récord de posiciones “cortas” que había en el mercado también hablamos hace algunos meses en estos Cuadernos. Y de como también suele ser un buen indicador contrario de lo que va a hacer el mercado. Otro consenso que no se debe seguir.
Finalmente pensamos que llegará el efecto FOMO, tal y como comentamos al inicio del año. Perderse una subida es el segundo motor más potente que existe en las bolsas (el primero es el miedo a estar dentro cuando bajan). Y se pondrá en marcha cuando los que decidieron seguir al consenso se den cuenta de que no fue una buena idea.