Por qué decimos que es el peor año de la historia para los mercados

No es que pensemos que es el peor año para la historia de los mercados: es que lo es. Los datos así lo confirman. Y ponen en valor aquella gestión o asesoramiento que haya conseguido reducir el impacto de una situación que, como vemos en la tabla número 2, es totalmente inusual y dramática.

 

Tabla nº 2: resultados de los distintos tipos de activos desde 2011 (*)

Captura de Pantalla 2022 12 09 a las 14.43.43(*) A 18-11-2022

Fuente: @CharlieBilello

 

Para empezar, nunca hemos visto todos los activos de inversión en rojo y solo dos en verde, de los cuales uno ha sido dejar el dinero en la cuenta corriente (“US Cash”) y el otro, las materias primas, el activo que había tenido la evolución menos brillante en la última década (pero que afortunadamente sí ha estado en las carteras recomendadas de Nextep en 2022, directamente a través de ETFs, indirectamente en los fondos globales).

En Europa el rendimiento del dinero en cuenta o en fondos monetarios ha sido cero o negativo, pero desde luego siempre mejor que haberlo tenido en bonos o fondos de renta fija de medio y largo plazo, que han tenido la mayor caída de su historia (1). Caída que, por cierto, han evitado totalmente nuestros clientes, a los que hace mucho tiempo se les recomendó evitar totalmente dichos productos ante el riesgo de que se vieran perjudicados por el incremento de la inflación. Y sobre lo que insistimos mucho en estos cuadernos (estrategia de “La Gran Rotación”).

Hablando de bonos: nunca habíamos visto una caída del 31,5 % en la deuda USA de largo plazo (“Long Term Treasuries”) o en fondos que invirtieran en los mismos. O del 18 % en fondos de empresas de grado de inversión, es decir, fondos que invierten en renta fija corporativa de buena calidad crediticia (“Investment grade bonds”).

Y si cogemos una media total de los bonos en EE. UU. (“US Total bond market”), han perdido un 13 % en lo que va de año, algo totalmente inaudito. Que coincide, por cierto, con lo que han perdido los fondos europeos de renta fija de medio y largo plazo. Este año no se salva nadie.

Buscar refugio en el oro tampoco ha servido de mucho, puesto que ha llegado a caer un 10 % y solo muy recientemente ha reducido su pérdida al 4,8 %.

La bolsa (renta variable) tampoco se ha librado del desastre, aunque lo ha hecho bastante mejor en términos relativos que la renta fija. Una caída del 15 % en las grandes compañías norteamericanas (“US Large Caps”) —similar a la evolución que ha tenido el Eurostoxx 50— no es históricamente una caída tan importante (aunque sí en relación a los últimos 10 años, periodo que cubre la tabla n.º 2), pero es bastante más que una simple corrección.

Habrán visto que en estos “Cuadernos” no solemos hablar del pasado —que no se diga que los economistas solo valemos para explicar el pasado—, pero hay ocasiones en las que es importante hacerlo. Primero, porque es importante realizar comparaciones homogéneas. Cuando se está invirtiendo hay que comparar con el resto de alternativas de inversión. La tabla n.º 2 les ayudará a ello.

También es importante analizar años como este y compararlos con un periodo amplio de tiempo, para ser muy consciente de los riesgos y beneficios que puede implicar cada tipo de activo. Ayudará a que, cuando rellenemos cuestionarios de perfiles de inversión, lo hagamos sabiendo a qué nos exponemos, qué riesgos tomamos y que podemos ganar o perder.

Pero la información de la tabla n.º 2 también tiene valor de cara al futuro. Porque, como pueden comprobar en la propia tabla, no es nada extraño que después de un mal año venga uno bueno. En 2023 no se recuperarán todos los activos, y los que se recuperen no lo harán por igual, pero seguro que algunos de los que aparecen en la tabla ganarán mucho el año que viene. Lo importante obviamente será detectar cuáles. Pero ese es nuestro trabajo.

La tabla también nos recordará la que probablemente sea la enseñanza más importante de todas: que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Fíjense qué bien habían funcionado los bonos de largo plazo en toda la década y cuál ha sido el resultado este año. O la evolución bursátil de las grandes compañías norteamericanas, que solo habían tenido un año malo (y en el que solo cayeron un 4,5 %).

Para acabar, otra enseñanza que no se debe olvidar nunca: cuando un activo entra en fase “casino”, mejor abstenerse de invertir. Y más si va acompañada de anuncios protagonizados por estrellas del deporte o del cine y todo tipo de publicidad llamativa. Y no les quiero decir si se utilizan doblones de oro como forma de captar la atención y dar sensación de seguridad. Ahí tienen al Bitcoin, al final de la lista, que era lo más moderno, y a los que recomendábamos evitarlo, nos decían que no teníamos ni idea de nada. Como me dijo a mí un joven en Twitter: “no se preocupe, ya irá aprendiendo”. Y no fue ironía ni mala fe: me lo dijo con su mejor intención.

Como he explicado en muchas ocasiones, creo que las monedas digitales son un gran invento del que se ha hecho un uso totalmente equivocado, dirigido a beneficiar a unos pocos y con perjuicio para muchos. Y que el día que sea un activo convenientemente regulado —lo cual no significa en absoluto que dependa de los bancos centrales— y abandone el modo “casino” para entrar en el “modo inversión” y/o medio de pago, podrá llegar a ser un producto interesante (frente a los excesos de los políticos en materia de deuda y de los bancos centrales).