¿Qué hacer cuando el mercado se desmorona a nuestro alrededor?

En los últimos 30 años solo ha habido un año tan malo como este (1994). Y no lo decimos porque las bolsas hayan caído más que en otras ocasiones —que no es el caso—, sino porque coincide con una caída extraordinaria de los bonos. Que caigan por separado bolsa o bonos es normal, pero que caigan a la vez es muy raro. Y que los bonos caigan como han caído y coincida con que también cae el oro convierte este año en un año único.

La caída del MSCI World es importante —un 25 % en lo que va de año—, pero no es nada extraordinario si se compara con otros años bajistas. Lo que hace este año especialmente nefasto es que los bonos han tenido la mayor caída de su historia. El índice de bonos S&P Global Developed Aggregate Bond Index cae la friolera de un 21 % en lo que va de año, algo nunca visto. 

Y si nos vamos a los plazos de vencimiento más largos de los bonos americanos (+ de 20 años), que es lo que se considera el activo financiero refugio por excelencia (barra morada del gráfico n.º 1), nunca habían caído más que las acciones (barra gris). Al menos desde los años sesenta.

 

Gráfico nº 1: bonos de largo plazo  vs SP 500 desde 1.990

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(vía Michael A. Gayed)

 

Hasta el oro, teóricamente el valor más seguro frente a la inflación y la guerra, cae un 10 %. Y qué decir del bitcoin, que era “el nuevo oro” y se desploma un 60 %. 

Lógicamente los inversores se sentirán como en medio de una tormenta perfecta, así que hemos pensado que debemos iniciar este cuaderno con una serie de consejos basados en nuestra experiencia de más de 25 años en los mercados financieros.

Para quien tenga liquidez

No tiene nada que ver la situación si se tiene o no se tiene liquidez. Si se tiene dinero para invertir en una caída así hay que verla como la gran oportunidad que es. Y de la que nos alegraremos mucho dentro de unos años, si sabemos aprovecharla.

Si vemos la historia del MSCI World o de sus principales componentes (los valores del S&P 500), observamos que siempre que ha habido momentos tan malos, han sido excelentes oportunidades de compra. Y lo de “siempre” es literal. Puede que las bolsas bajen algo más y que el precio de los bonos caiga un poco más porque el miedo es libre, pero está comprobado que el miedo es el mejor aliado del inversor con liquidez para invertir.

Como el MSCI Word es un índice relativamente moderno, en el gráfico que aparece a continuación (n.º 2) utilizamos el S&P 500 y su evolución en los últimos 90 años, para mostrar cómo todas las caídas superiores al 30 % —que por cierto no son muchas y por lo tanto son oportunidades únicas— han sido excelentes oportunidades de compra.

 

Gráfico nº 2: el índice SP 500 desde 1930

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Fuente: Macrotrends

 

Conviene aclarar que no se puede comparar la situación económica actual con las ocasiones en las que el S&P 500 tuvo sus mayores caídas —y desde luego superiores al 30 %—, como por ejemplo la crisis financiera de 2008, una situación bastante más peligrosa que algo relativamente normal como es que la inflación suba y la Reserva Federal suba a su vez los tipos de interés para controlarla (que es lo que ha generado el mercado bajista actual).

Y lo mismo podemos decir respecto a las caídas de los años 70. Aunque ahora tenemos una crisis energética, no es comparable al embargo total que realizaron los países árabes en aquellas fechas. 

Tampoco la economía mundial, especialmente las economías avanzadas, dependen tanto del petróleo como entonces ni la subida del precio es remotamente parecida en duración o porcentaje a la que se produjo entonces (el gas es otra cuestión, pero es un problema que afecta principalmente a Europa).

Por lo tanto, quien tenga liquidez lo que tiene que hacer es estar pendiente —o su asesor— para comprar cuando el mercado dé señales de estar tocando fondo (las hemos comentado en cuadernos anteriores). Para aprovechar ese momento en el que estén descontadas en los precios todas las malas noticias. De ello va a depender la rentabilidad de sus inversiones financieras en los próximos años.

Donde es realmente extraordinaria la caída —y por lo tanto la oportunidad— es en los bonos, porque venimos de una situación surrealista sobre la que, por cierto, advertimos hasta la saciedad desde estos cuadernos: que era una perversión financiera que hubiera que pagar a estados y empresas por prestarles dinero, es decir, los tipos de interés negativos en los bonos.

Probablemente todavía se puedan comprar algo más baratos los fondos de renta fija de medio y largo plazo, especialmente los europeos, pero qué duda cabe que quien aproveche la subida de tipos (1) para garantizarse unos buenos rendimientos para los próximos años habrá hecho una estupenda operación financiera. Esto es especialmente importante en perfiles moderados y conservadores.

¿Qué se entiende por tener liquidez? Obviamente no se trata de haber vendido todo y ahora tener todo el dinero en cuentas corrientes o fondos monetarios. Así no se gestiona un patrimonio financiero. Visto en retrospectiva, claro que habría estado muy bien venderlo todo, pero cuando se trabaja en los mercados no se tiene esa bola de cristal, sino que se realiza un cálculo de probabilidades.

Al igual que la guerra de Ucrania se ha convertido en una guerra muy larga podría haber sido corta. También podría haber ocurrido que Europa hubiera esperado a estar preparada antes de lanzar unas sanciones que han disparado la inflación (la inflación venía de antes pero se disparó por el precio de los alimentos y la energía). Tampoco era fácil en enero saber hasta dónde iría la Fed o lo “pegajosa” que sería la inflación.

Lo que por el contrario, si era posible y había que hacer, es acumular cierta cantidad de liquidez ante la llegada de problemas que eran evidentes. Y hacerlo en función de las probabilidades no solo de que se materializaran, que era evidente, sino de hasta dónde podrían llegar (que es mucho más difícil). Y eso significaba reducir el peso de la renta variable en cartera. Y si se pensaba que caerían los bonos, pues hacer lo mismo en fondos de renta fija.

Por poner un ejemplo, en nuestro caso recomendamos reducir aproximadamente a la mitad el peso de la renta variable en el mes de abril, aprovechando la recuperación que tuvo el mercado, y hace ya más de un año que hemos recomendado evitar totalmente la renta fija de medio y largo plazo, y hasta hace relativamente poco también la de corto, e incluso hemos recomendado fondos que se benefician de la caída del precio de los bonos (1).

Finalmente, se consideran “liquidez” las cuentas corrientes —no valen depósitos porque deshacerlos implica una penalización—, fondos monetarios y fondos de renta fija de corto plazo. 

También hay que matizar que es liquidez disponible si se tiene margen para incrementar el peso de la renta variable o la renta fija sin superar los límites establecidos en cada perfil de inversión. Por ejemplo, un inversor que tenga un perfil equilibrado y ahora tenga un 30 %
de su cartera en renta variable puede llegar a incrementarla hasta aproximadamente un 60 % y seguiría respetando dicho perfil, por lo tanto, en ese caso se considera que tiene liquidez disponible para invertir.

Para quien esté “enganchado”

Es el caso del inversor que, no habiendo estado bien asesorado, se encuentra al 100 % de la renta variable que puede tener en cartera y, por lo tanto, no puede aprovechar esta oportunidad, o al menos no en su totalidad.

Aunque suene tópico, lo primero que tiene que hacer después de una caída como ésta es no perder la calma, porque, si la pierde, lo único que va a hacer es malvender. El miedo es el aliado de los compradores, no de los vendedores.

En nuestra opinión, y llegados a este punto de sobreventa en el que están los mercados, es mejor preparar la cartera para el futuro que malvender en el presente. Y, si sirve de consuelo, observar el gráfico n.º 2, que muestra que al final el MSCI World acaba recuperándose siempre.

Pero, como decimos, se puede preparar la cartera para cuando cambie la tendencia del mercado y, sobre todo, para el nuevo escenario en el que se va a mover la economía mundial.

Les pondré un ejemplo: a nosotros la llegada del COVID nos pilló por sorpresa, como creo que a la mayoría de asesores y gestores. Lo que sí pudimos hacer cuando reaccionamos es trasladar una parte importante de la inversión en renta variable hacia valores que se beneficiaran del confinamiento. No evitó la caída, pero ayudó mucho en la recuperación.

La economía del año próximo y el siguiente —a más largo plazo es difícil hacer predicciones— tendrá unas características particulares, que serán diferentes a las del periodo de la pandemia y diferentes a las que había antes de la pandemia. 

Quien no pueda aprovechar la oportunidad porque nadie le avisó para que incrementara el peso de la liquidez en cartera antes de esta caída puede reestructurar su cartera para que se beneficie del futuro escenario económico y así hacerlo lo mejor posible cuando se produzca el cambio de tendencia.

Tampoco es imposible que el mercado entre en un periodo lateral o incluso que siga bajando durante cierto tiempo. Más motivo para restructurar la cartera, puesto que ha quedado demostrado lo que dijimos en su día: que hay sectores, índices y valores que lo hacen mejor que otros en un escenario de subida de tipos y alta volatilidad como el actual.

De todo se aprende

Es verdad que de los errores se aprende. Y es verdad que a veces ese aprendizaje se traduce en futuros aciertos. 

Si un inversor fue demasiado optimista en cuanto a su capacidad de asumir riesgos, tiene que modificar su perfil de inversión. Tendrá que plantearse que no hay que ser arriesgado porque el mercado está subiendo o conservador porque está bajando.

Por otra parte sería un error pensar que es un error invertir en activos financieros. Incluso con esta caída el resultado de los últimos 10 años del índice mundial MSCI World es muy positivo, concretamente de un 90 %, es decir, un 9 % anual, lo que compara muy bien con cualquier otra inversión. Incluida la inmobiliaria, que en el caso español solo sería comparable a haber invertido en determinadas zonas de Madrid o Andalucía. Estamos hablando de un 9 % anual en el peor momento del mercado, lo cual fácilmente suba a un 10 % anual tan pronto retome la tendencia alcista de fondo.

También aprenderemos a valorar la calidad del asesoramiento recibido. No existe nadie que tenga una bola de cristal, pero ha habido gente que ha tomado medidas ante la llegada de la tormenta y gente que no. Y recordemos que la tormenta más fuerte ha sido en la renta fija, no en la renta variable.

Finalmente hay que recordar —o aprender— que los mercados son como la pesca o la caza: hay que ser muy paciente. Por ejemplo: ahora hay que saber esperar con paciencia de cazador/ pescador el momento en el que emplear la liquidez que tenemos acumulada. Y también hay que ser paciente para, llegado un punto, olvidarse del mercado para no malvender innecesariamente. Y esta paciencia es necesaria para cualquier tipo de inversión, ya sea empresarial, inmobiliaria o financiera.

Esto no significa que no haya que aplicar “stops” de pérdidas. Como bien saben nuestros clientes, somos partidarios de que cuando vemos que en algo nos hemos equivocado y se superan determinados porcentajes de pérdida (que se establecen en función de la volatilidad de cada activo) es mejor asumir el error que empecinarse. En los mercados además de pacientes hay que aprender a ser humildes. Pero también los “stops” de pérdidas tienen un límite.