Lo del oro sí que ha sido un «calentón» de libro
Artículo escrito en El Confidencial (29 de octubre 2025)
En los mercados, las caídas más importantes siempre vienen por donde menos se las espera. Si todo el mundo las estuviera esperando, no habría caída significativa. Para que se desplome el valor de un activo tiene que haber efecto sorpresa. Y si todo el mundo habla de ello ¿dónde queda la sorpresa?.
Lo mismo se puede decir de las «burbujas«, se crean en lugares donde nadie se está fijando y por eso pillan a todo el mundo por sorpresa. Se estaban inflando, pero en el activo donde menos miraba la gente.
La subida en vertical que se ha producido en el precio del oro en los últimos meses es un excelente ejemplo: mientras todo el mundo hablaba de la supuesta burbuja de la IA y de las valoraciones de las grandes tecnológicas– que, por cierto, están todavía lejos de las del «crash» de marzo del 2000 -, en el oro se generaba un estado de ánimo tipo «tonto el último» y una subida sin ningún tipo de corrección o pausa. Típico todo ello de una verdadera burbuja. Lo mencioné aquí hace un par de semanas en un artículo llamado «La historia de los hermanos Hunt».
Hemos dicho muchas veces que había motivos para que subiera el oro. Especialmente el temor de ahorradores e inversores a que a los políticos se les vaya definitivamente de las manos la deuda pública. También por las compras que realizan los bancos centrales de los BRIC, que no quieren que les pase lo que le ha pasado a Rusia (le han confiscado las reservas en dólares y euros que tenía en bancos occidentales). Y sí, es razonable invertir en oro cuando se está produciendo una depreciación del dólar. De hecho, en Nextep estuvimos recomendando oro en determinados perfiles de inversión en base a estos motivos.
Pero, como los mercados siempre serán mercados, de la revalorización por motivos reales se pasa al «calentón interesado«, si me permiten la expresión. Ese que interesa a grandes instituciones que compraron a buen precio y están interesadas en que miles de pequeños inversores se apunten y hagan subir el precio y así poder vender cara su posición. Ese «calentón» que también interesa a la nueva versión del «runrún » del parquet, las redes sociales. Tengamos en cuenta que, por ejemplo, el modelo de negocio de los YouTubers no es ganar dinero invirtiendo en los mercados, sino obtener el mayor número posible de visualizaciones, para maximizar así la remuneración que paga YouTube. Incluso, en algunos casos, también hacer propaganda de la inversión en oro.
En cuanto a los influencers, consiguen más influencia y otros objetivos que tengan en mente (vender libros, cursos, etc.) cuando sus publicaciones en redes las ve mucha gente y reciben muchos «me gusta». Para todos ellos, una historia como la de «llega la gran crisis, compra oro» es un titular irresistible. Porque nada llama más la atención que el miedo.
Así que, muchas veces, las burbujas no son fruto necesariamente de una conspiración organizada, sino de una confluencia de intereses natural con muchos beneficiarios y un perdedor. En este caso el perdedor es el que compra en lo más alto y ni le paga YouTube ni se hace popular en las redes.
Sin duda, los riesgos que apoyaban la subida del oro existieron. Y todavía alguno sigue ahí. Pero hace semanas – incluso meses – que ya no están al mismo nivel. Hay paz en Oriente Medio, Irán ya no puede fabricar una bomba atómica, Trump quiere conseguir la paz en Ucrania, el dólar ha dejado de caer y se acerca un acuerdo con China que daría por finalizada la guerra comercial global. ¿Y la inflación? Se mueve entre el 2 % y el 3 % a uno y otro lado del Atlántico, muy por debajo de la media histórica (y nada que ver con el 9 % y 10 % del año 2022). En los mercados, el florero se lo queda quien no se da cuenta de que las cosas han cambiado.
Alguien dirá, y con razón, que una caída del 10 % tras una subida anual que llegó a ser del 65 % no es para rasgarse las vestiduras. Por supuesto que no. Pero díganselo a los que compraron en máximos pensando que compraban un activo refugio. Y todavía no sabemos hasta dónde puede llegar la corrección. Ha sido tal la verticalidad del «calentón» que, simplemente para acercarse a la media simple de las 50 últimas sesiones, el oro tendría que bajar hasta 3.768 dólares la onza. Y si se apoyara en la media simple de las últimas 200, tendría que bajar a 3.307 dólares.
Respecto a quienes esperan un rápido auxilio por parte de los bancos centrales de los BRICS, les diría que, si yo fuera tesorero de uno de ellos y mi plan fuera aumentar mis reservas de oro, prefiero comprarlo barato e intentaría esperar lo máximo posible antes de comprar de nuevo.
Así que oro, sí, es un activo interesante a tener en cartera, sobre todo porque algún día estallará la verdadera crisis, la de deuda. Pero no se puede comprar a cualquier precio. Y mucho menos dejarse manejar, da igual que sean manipulaciones intencionadas o se hayan creado de forma natural.
Artículo escrito por Víctor Alvargonzález para El Confidencial

