¿De qué tenemos que preocuparnos hoy?

Invertia 23 11

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Resumen  artículo

 

En un evento reciente de economistas que trabajan en sociedades relacionadas con la inversión, el primer ponente inició su intervención con esta frase: “¿De qué tenemos que preocuparnos hoy?”. Esta es la frase que ha imperado en casi todas las intervenciones de economistas jefes en los últimos diez años, y es responsable de que tantos inversores se hayan perdido la gran subida bursátil de los últimos 10 años.

La obsesión de muchos economistas por la “burbuja” y “la crisis” han llevado a muchos inversores a tener una posición ultraconservadora, y ahora tienen parte de su dinero en cuentas y depósitos donde pierden un 5% anual.

Otros siguen en fondos de renta fija, que han funcionado muy bien estos años, pero que, según vayan subiendo los tipos, empiezan a generar pérdidas. Y su porvenir es más bien negro, porque el BCE se va a quedar sin excusas (y sin munición) para seguir comprando bonos.

El posicionamiento de muchos economistas con la renta variable tiene un peligro adicional: el efecto “Pedro y el lobo”. Tantos años anunciando la próxima crisis, que muchos inversores han perdido la confianza en ellos. El problema es que, cuando realmente acierten, nadie les hará caso. Y “acertarán”, porque está en la naturaleza de los mercados que se produzcan crisis.

Las enseñanzas que nos deja todo lo anterior están claras: la primera, escuchar la opinión de analistas o economistas que vean las dos caras de la moneda (la buena, y la mala), y “se mojen” en establecer los escenarios con más probabilidades de producirse. Es sano tener un ojo puesto en los problemas, pero eso no significa tener que centrarse en ellos exclusivamente.

Entre los enormes avances que ha tenido la industria de la inversión, de fondos y ETF, está haber facilitado el acceso a productos que se benefician, tanto de una subida de un activo, como otros que ganan con una caída. Protegerse de una subida del tipo de interés de los bonos no es ninguna locura. Tampoco lo es invertir en una divisa distinta a la europea si el BCE decide olvidar el riesgo de inflación.

AL final, el mercado es como la vida misma: quien sólo ve lo negativo acaba con una depresión de caballo. Los últimos 10 años son buena prueba de ello, con la crisis del coronavirus incluida. Y me refiero a renta variable global, no a la española. Nuestro país lleva muchos años en un proceso de decadencia económica que lo hace poco atractivo para invertir.

La moraleja: cuando Pedro deje de anunciar que viene el lobo, estaremos ante una de las señales de que ha llegado el momento de plantearse la retirada.

 

Artículo escrito por nuestro Director de Estrategia, Víctor Alvargonzález, en Invertia.