¿Qué nos traerá la Inteligencia artificial, hiper inflación o desinflación?

Artículo publicado en elEconomista (27 de noviembre 2025)

No es cuestión baladí. Hemos entrado en una de las revoluciones tecnológicas e industriales más importantes de la historia y esos cambios afectan a los elementos más importantes de la economía. Desde el punto de vista del inversor, lo más importante es como afectan al crecimiento y a la inflación. Hoy vamos a centrarnos en la segunda.

Y no es fácil la predicción, puesto que por un lado la IA puede ser brutalmente desinflacionista, pero por otro puede ser exactamente lo contrario.

Antes de continuar, conviene aclarar que no es lo mismo deflación que desinflación. Deflación es cuando los precios bajan durante un periodo largo de tiempo. Como pasó en Japón o como está ocurriendo en China con los precios industriales. Desinflación es cuando la inflación se mantiene positiva, pero tiende a moderarse, sin que ello implique entrar en cifras negativas a medio o largo plazo.

El componente desinflacionista de la llegada de la IA al tejido productivo es evidente. Primero, porque, como ocurre con todas las grandes revoluciones tecnológicas, se dispara la productividad. Los ordenadores permitieron que la gente hiciera más cosas en menos tiempo y los agentes de IA son como ordenadores en esteroides. Y me quedo muy corto.

Además, la IA tiene un enorme componente de reducción de la inflación salarial. Aunque soy de los que piensa que finalmente ocurrirá como con los ordenadores y la gente se irá reciclando, al menos inicialmente la IA reducirá la oferta de empleo.

Quitando los fontaneros o los electricistas – sale carísimo enviar un robot a arreglar una ducha -, casi todos los empleos se verán afectados. En los servicios la protección estará en la inteligencia emocional, que es aquello en lo que, en mi modesta opinión, le quedan décadas de aprendizaje a la inteligencia artificial (si es que algún día consigue superar a un buen comercial o un gran artista). Pero en términos generales, la IA reducirá la oferta de empleo y eso hará que las empresas puedan negociar más duramente los salarios.

La desinflación salarial es fundamental en la evolución del nivel de inflación general, porque cuando no suben los salarios, se reduce el margen de las empresas para subir precios. Y pueden no subirlos, porque tampoco pagan salarios superiores a sus empleados. Cosa distinta son los casos de incompetencia política, como el de la vivienda en España, que sube aunque suban mucho menos los salarios. Pero eso es incompetencia a la hora de gestionar la política de vivienda, en un entorno normal de oferta y demanda salarios bajos suelen traer precios moderados, porque si no la gente no puede adquirir bienes y servicios.

Pero el componente inflacionista que puede traer la IA también es importante. Quienes dicen que la inflación solo la puede generar el exceso de oferta monetaria – que obviamente suele ser el motivo fundamental – se olvidan de la crisis del petróleo de los años 70, o de cuando occidente decidió sancionar a Rusia y no comprarle ni petróleo, ni gas, ni materias primas.

La cantidad de energía y, en cierta medida, de materias primas, que necesita la IA y más concretamente los centros de datos es brutal. De hecho, según Elon Musk, probablemente llegue un momento que lo más inteligente sea tener esos centros de datos en el espacio, donde la radiación solar es brutal y totalmente estable.

Pero, hasta que se pueda hacer eso, la demanda de energía eléctrica se va a disparar, de todas las formas de generación eléctrica, es decir, la factura de la luz. Si no se consigue aumentar rápidamente la producción -y construir una central nuclear lleva mucho tiempo-, podría producirse un desequilibrio que sería muy inflacionista, porque el proceso desinflacionista de sustitución de trabajador humano por agente de IA va a ser lento. No por la tecnología, sino porque habrá lógicamente todo tipo de resistencia por parte de los gobiernos cuando vean su efecto sobre el empleo.

Más que hacer predicciones, tenemos que observar y analizar los datos. Hay que vigilar constantemente el equilibrio – o desequilibrio – entre la oferta y la demanda que puede haber en cada periodo. Por ejemplo, si hay paz en Ucrania y se quitan las sanciones a Rusia, va a sobrar petróleo, gas y materias primas. Pero también llegará un momento en el que la demanda será tal que, o bien las nucleares llegan a tiempo para satisfacerla o viviremos una crisis energética similar a la de los años 70.

Artículo escrito por Víctor Alvargonzález para elEconomista