La competición “valor” vs “crecimiento” entra en su fase decisiva
Las claves de nuestra estrategia denominada “La gran rotación”, que establecimos cuando llegó la vacuna del COVID, se resumían en dos factores: más crecimiento y más inflación.
La hipótesis que sustentaba esta estrategia era sencillísima: lo más parecido a salir de una pandemia global es la salida de una guerra mundial y de las dos anteriores se salió con más crecimiento y más inflación.
Ahora, aunque sea temporalmente, el factor crecimiento pierde fuerza, pero no así el de la inflación, que la coge. E inflación significa subida de los tipos de interés. Por eso una de las partes de dicha estrategia era la de sustituir gradualmente el estilo de gestión “de crecimiento” —básicamente centrado en la tecnología— por el estilo de gestión llamado “de valor”, más centrado en sectores y empresas con una valoración atractiva, que se encontraban —y todavía se encuentran— más en actividades industriales, de materias primas, consumo, energía y el sector bancario, entre otros.
Eso es lo que hicimos, sobre todo en los últimos cuatro o cinco meses. Y es muy importante porque, como vemos por ejemplo en los fondos globales que estamos recomendando, cuya orientación es mucho más “de valor” y de gestión activa, la diferencia con respecto a los de “crecimiento” es brutal. Estamos hablando de diferencias de dos dígitos donde los globales “de valor” seleccionados llevan rentabilidades positivas en el año. Y no es el único ejemplo: también los estamos viendo en los índices de determinados países. Esta mejora en la rentabilidad del estilo de gestión de valor nos ha llevado a un punto realmente importante, que podemos ver en el gráfico que aparece a continuación, el n.º 3 de este cuaderno.
Gráfico nº 3: Rentabilidad reciente del estilo de gestión de valor frente al de crecimiento
El gráfico mide la evolución de la rentabilidad del estilo de gestión de valor comparada con el de crecimiento. Y hacía décadas que ese ratio caía casi constantemente, es decir, que los fondos “growth” lo hacían mucho mejor que los “value”. Hasta que en septiembre de 2020 y luego en diciembre de 2021 toca suelo. Tiene toda su lógica porque llevamos décadas inmersos en la revolución digital. Y en esta última también en el dinero barato y abundante provisto por los bancos centrales, que favorece a las empresas en crecimiento.
La revolución digital sigue en marcha, pero 20 años son muchos años para descontar en los precios todo lo que ello implica, que ya hemos visto que es mucho. Y lo que está claro es que lo del dinero barato y abundante se ha acabado.
Así, hemos llegado a un punto en el que el ratio valor vs. crecimiento parece haber marcado suelo —en el nivel 0,43— y después de haberlo intentado al inicio de este año, vuelve a intentar ahora romper su techo de 0,53, lo cual, de acuerdo con el análisis técnico, marcaría el despegue definitivo de cara al largo plazo. Insistimos en que el gráfico solo está cogiendo lo ocurrido desde noviembre de 2020 y el dibujo del suelo, no la impresionante caída que se inició hace ya muchos años. En otras palabras, sería un cambio realmente importante.
Acertar en el estilo de gestión tiene mucha más importancia que acertar en la elección de un gestor. Las diferencias entre estilos de gestión pueden ser del 500 %
en plazos de, por ejemplo, 10 años, que se dice rápido.
Si se consolidara el movimiento del gráfico n.º 3
y se convirtiera en una tendencia de largo plazo, esa sería sin duda una de las claves del comportamiento futuro de las carteras de fondos. De hecho es una de las cosas que más se ha notado —positivamente— en las carteras recomendadas por Nextep: haber ido rotando del estilo de gestión de crecimiento hacia el de valor. Ahora veremos si hay que seguir con esa estrategia o si por el contrario ha sido “flor de un año”.