¿Fondo indexado o ETF? La diferencia que puede cambiar vuestra rentabilidad

Invertir de forma sencilla, diversificada y con bajos costes está al alcance de cualquiera. Pero entre los productos que lo hacen posible, hay un matiz que marca la diferencia: los impuestos.

ETFs y fondos indexados pueden parecer casi iguales, pero si no tenéis en cuenta su fiscalidad, estaréis dejando dinero sobre la mesa. Y no hablamos de poco. A largo plazo, la ventaja fiscal de un producto frente al otro puede suponer miles de euros de diferencia en vuestra rentabilidad final.

Qué es un fondo indexado

Un fondo indexado es un tipo de fondo de inversión que replica un índice bursátil. Por ejemplo, el IBEX 35, el S&P 500 o el MSCI World.

En lugar de buscar “las mejores acciones”, el fondo compra todos los activos del índice en la misma proporción. Así consigue una rentabilidad muy parecida a la del propio mercado, sin necesidad de que un gestor tome decisiones activas.

Como ocurre con cualquier fondo, se accede a través de participaciones. Estas se valoran al final del día, cuando la gestora calcula cuánto vale cada una. No sabréis a qué precio compráis hasta el cierre del mercado.

La ventaja de este formato está en el tratamiento fiscal de los fondos de inversión: los fondos indexados permiten traspasar el dinero de uno a otro sin tener que pagar impuestos, lo que los convierte en una opción muy eficiente a largo plazo.

Qué es un ETF (Exchange Traded Fund)

Un ETF (Exchange Traded Fund) es un fondo de inversión que también replica un índice, pero lo hace con una estructura distinta: funciona como una acción y cotiza en bolsa.

Esto permite comprar o vender en cualquier momento de la jornada bursátil, con ejecución inmediata y visibilidad sobre el precio. Esa flexibilidad los hace atractivos para estrategias más tácticas o para quienes buscan operar en momentos concretos del mercado.

En cuanto a costes, los ETFs suelen tener comisiones de gestión algo más bajas que los fondos indexados. Eso sí, hay que pagar las comisiones del bróker en cada compra o venta, igual que con las acciones.

La gran diferencia está en su fiscalidad: cada vez que se vende un ETF con ganancia, hay que tributar por ella. No se pueden traspasar de uno a otro sin pasar por Hacienda.

Diferencias entre fondos indexados y ETFs

Aunque ambos productos comparten muchas características, como la gestión pasiva, los bajos costes y la diversificación, las diferencias operativas y fiscales son importantes.

  • Forma de operar: los fondos indexados se compran y venden al valor liquidativo, calculado al final del día. En cambio, los ETFs permiten operar en tiempo real.
  • Flexibilidad: el ETF da más libertad para ajustar la cartera al instante. En cambio, con un fondo indexado el movimiento tarda más.
  • Oferta: si buscáis dónde se puede invertir con ETFs, el mercado es mucho más amplio que el de los fondos indexados. Esto facilita invertir en sectores específicos, temáticas concretas o regiones más exóticas.
  • Fiscalidad: esta es la diferencia clave. Los fondos indexados permiten el traspaso de uno a otro sin tributar. Los ETFs no. Cada venta con ganancia implica pagar impuestos.
  • Comisiones: los ETFs tienen comisiones internas más bajas, pero generan más costes de operativa (por cada compra y venta). Los fondos indexados pueden tener comisiones algo superiores, pero permiten rebalanceos sin coste adicional.

En ambos casos hay que tener en cuenta que muchas entidades comercializan clases de fondos más caras de lo necesario o aplican retrocesiones que reducen la rentabilidad final sin que el inversor lo note a no ser que conozca el funcionamiento de la industria.

Por eso, conviene revisar si se está de más y, sobre todo, si existe una clase limpia más barata del fondo en el que se está invirtiendo. ¿Cómo se puede hacer? La forma más sencilla es a través de la calculadora de ahorro en comisiones de fondos que hemos desarrollado. 

Usar calculadora

Fiscalidad de ETFs VS fondos indexados

En términos fiscales, los ETFs y los fondos indexados no son tratados del mismo modo.

Los ETFs tributan como acciones. Es decir, cada vez que se vende una posición, hay que pagar impuestos sobre la ganancia obtenida. Aunque reinvirtáis el dinero en otro ETF, la operación de venta obliga a tributar. No hay posibilidad de diferir ese pago.

En cambio, con los fondos indexados sí existe esa posibilidad. La ley permite realizar traspasos entre fondos sin tributar, siempre que el dinero pase directamente de un fondo a otro. Y esto tiene un impacto muy significativo.

Veámoslo con un ejemplo práctico. Imaginad una inversión de 10.000 euros en un ETF sobre el S&P 500. Cinco años después, esa inversión ha crecido hasta los 15.000 euros. La ganancia es de 5.000 euros. 

Con el tiempo se quiere diversificar y pasar a un producto más global, como un ETF sobre el MSCI World. Para hacerlo, haría falta vender la posición anterior. Al hacerlo, habrá tributar el 19% sobre esos 5.000 euros, es decir, 950 euros.

Ese dinero no se reinvierte. Lo perdéis por el camino. Y no solo eso: esos 950 euros dejan de generar interés compuesto durante los próximos años.

En cambio, de haber invertido en un fondo indexado sobre el S&P 500, se podría hacer un traspaso directo al fondo sobre el MSCI World sin pagar ni un euro en ese momento. El capital completo seguiría invertido y generando rentabilidad.

A largo plazo, esa diferencia fiscal se convierte en una ventaja acumulada muy potente.

ETF o fondo indexado, ¿cuál es mejor?

Ambos productos son útiles, pero no para lo mismo. Si vuestro objetivo es invertir a largo plazo, con aportaciones periódicas y rebalanceo, el fondo indexado ofrece ventajas claras:

  • Se puede cambiar de fondo sin pagar impuestos.
  • No hay comisiones por cada aportación o modificación de cartera.
  • La estructura fiscal permite aprovechar mejor el interés compuesto.

Además, si en algún momento queréis reducir riesgo, por ejemplo, al estar próximos a la jubilación, podéis mover el capital de un fondo de renta variable a uno de renta fija sin tributar por el camino. Ese tipo de ajuste sería más costoso con ETFs.

Dicho esto, los ETFs tienen su lugar en una cartera de inversión. Son mucho más flexibles y rápidos para invertir en sectores concretos, como inteligencia artificial, robótica o energías renovables. También si estáis interesados en mercados poco comunes.

Otra ventaja de los ETFs es su liquidez. En situaciones de caídas fuertes, poder vender al momento puede marcar la diferencia. Pero esa agilidad tiene un coste fiscal y no siempre compensa si vuestra estrategia es mantener la inversión durante años.

Por tanto, si buscáis una inversión automatizada, diversificada y fiscalmente eficiente, el fondo indexado es más adecuado. En cambio, si tenéis experiencia operando o necesitáis acceso a segmentos muy concretos del mercado, el ETF puede ser una opción.

Cada producto tiene su función. Pero si estáis construyendo una cartera para el largo plazo, minimizar los costes fiscales es tan importante como elegir buenos activos. ¿Empezamos?

La información compartida en este artículo bajo ningún concepto representa una recomendación de inversión.