Rentabilidad real en una inversión: cuál es y cómo calcularla
Al invertir, es fácil dejarse guiar por un único dato: la rentabilidad. Sin embargo, ese dato puede ser engañoso si solo se tiene en cuenta el aumento del valor del activo y se dejan fuera otros elementos, como los costes de entrada y salida, los impuestos o la inflación. Por eso es tan importante conocer el rendimiento real de las inversiones.
No se trata solo de cuánto dinero se obtiene, sino de cuánto vale ese dinero al recuperarlo, una vez descontados todos los gastos e impuestos, entre otras cosas. Veamos qué es la rentabilidad real en una inversión y cómo calcularla.
Cuál es la rentabilidad real en las inversiones
La rentabilidad real mide el beneficio que se obtiene de una inversión una vez que se descuentan no solo el efecto de la inflación, sino también los impuestos, comisiones y otros costes asociados. Es decir, lo que realmente se gana, no solo en cifras o porcentajes, sino en poder adquisitivo y en dinero disponible después de todos los gastos.
Imaginemos una inversión con una rentabilidad de 100 euros para una inversión en IA. Si durante ese tiempo los precios han subido un 10%, esos 100 euros ya no valen lo mismo. Por tanto, nuestro beneficio real sería menor porque el efecto de la inflación hará que ese capital valga menos. De hecho, por eso cuando se habla de rentabilidades históricas en inversiones a largo plazo, se ajusta todo a la inflación.
En resumen, la rentabilidad real responde a esta pregunta: ¿mi inversión me ha hecho ganar poder adquisitivo y dinero efectivo o solo parece que he ganado más dinero?
Esto es especialmente importante en periodos largos o cuando los precios suben con fuerza, como ha ocurrido en los últimos años.
Rentabilidad real y nominal
Es muy común confundir estos dos conceptos.
La rentabilidad nominal es la que solemos ver en los anuncios o informes: “rentabilidad del 5% anual”, por ejemplo. Pero esa cifra no tiene en cuenta el aumento de los precios, ni los impuestos, ni las comisiones que hay que pagar por las ganancias. Es el rendimiento bruto de la inversión, descontando en el mejor de los casos las comisiones de gestión si nos referimos a fondos de inversión y ETFs.
La rentabilidad real, en cambio, sí descuenta esos factores. Es la que refleja el beneficio auténtico y neto de una inversión.
Vamos con un ejemplo. Para una inversión de 10.000 euros con una ganancia de 500 euros en un año, la rentabilidad nominal es del 5%. Pero si durante ese mismo año la inflación ha sido del 3%, en realidad el rendimiento es solo un 2% una vez descontado su efecto. Ese sería el aumento de poder adquisitivo y la rentabilidad real de la inversión.
Ahora bien, si a esos 500 euros de beneficio hay que restar un 19% de impuestos y comisiones de gestión o custodia, la ganancia final se reduce aún más. Esa cifra neta es la rentabilidad real que de verdad importa.
¿Cómo afecta la inflación a las inversiones?
Cuando se habla de garantizar una rentabilidad real, hay factores que no se pueden dejar de lado.
Primero, la inflación. Es lo que hace que el dinero pierda valor con el paso del tiempo y eso afecta directamente al poder adquisitivo. Dicho de otro modo, 1.000 euros hoy no valen lo mismo que hace dos años ni tampoco lo mismo que dentro de cinco años. Si los precios suben, hará falta más dinero para comprar lo mismo. Y ese efecto tiene un impacto directo sobre el rendimiento de nuestras inversiones.
Por ejemplo, aunque un producto nos prometa una rentabilidad del 4% anual, si la inflación es del 3%, el crecimiento real del capital será de solo un 1%. La inversión habrá seguido generando beneficios, pero mucho menos de lo que parecía a simple vista.
La inflación funciona como una “fuga invisible” en las inversiones. Por eso es tan importante tenerla en cuenta cuando comparamos productos financieros o diseñamos una estrategia a largo plazo.
Segundo, los impuestos y las comisiones también reducen la rentabilidad. Aunque una inversión pueda parecer rentable en términos brutos, el pago de impuestos sobre las ganancias y las comisiones por gestión, compra-venta o custodia disminuyen la cantidad que realmente obtenemos.
En productos como los fondos de inversión o los ETFs, estas comisiones se restan directamente del valor liquidativo del fondo de forma que lo que se muestra es la rentabilidad neta antes de impuestos y comisiones de salida.
Eso sí, no hay que perder de vista que toda comisión adicional supone una merma de la rentabilidad. Por eso es importante reducirlas utilizando las clases limpias de fondos de inversión.
¿Cómo saber si se están pagando comisiones de más? La calculadora de ahorro de comisiones que hemos creado en Nextep Finance te lo dirá.
Por otro lado, también hay que contabilizar el impacto de la fiscalidad en las inversiones. Si la rentabilidad nominal es del 6%, pero hay que pagar un 19% de impuestos sobre ese beneficio, el resultado neto se reduce todavía más.
Por eso, la rentabilidad real neta, que incluye inflación, impuestos y comisiones, es la cifra que realmente importa y que determina el verdadero crecimiento de nuestra inversión.
Diferencia entre rentabilidad real neta y rentabilidad real bruta
También es importante distinguir entre rentabilidad real bruta y rentabilidad real neta:
- Rentabilidad real bruta es la que resulta después de descontar la inflación, pero sin contar todavía los impuestos ni las comisiones.
- Rentabilidad real neta es la definitiva: la que queda después de aplicar todos los gastos, incluyendo la carga fiscal y las comisiones. Es la cifra real que llega a nuestra cuenta.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si los 500 euros de beneficio tributan al 19% y hay además comisiones de 20 euros, ese rendimiento se reducirá notablemente. La rentabilidad real neta siempre será más baja que la bruta, pero también más realista.
Cómo calcular la rentabilidad real en una inversión
No hace falta complicarse con fórmulas. Lo más sencillo es restar la inflación a la rentabilidad nominal y luego considerar los impuestos y comisiones para obtener la rentabilidad real neta.
Por ejemplo, si una inversión ha obtenido una rentabilidad del 6% en un año y la inflación ha sido del 3%, la rentabilidad real bruta sería del 3%. Pero si a ese 6% hay que restar un 19% de impuestos sobre el beneficio y 30 euros en comisiones, el rendimiento real neto será aún menor.
Veámoslo con cifras concretas. Supongamos que se invierten 20.000 euros y un año después hay 21.000 euros. Eso significa una ganancia de 1.000 euros, es decir, una rentabilidad nominal del 5%. Si la inflación ha sido del 4% y, además, se pagan impuestos y comisiones, el beneficio real se reduce notablemente. Esa es la rentabilidad que realmente importa.
Por eso, muchas veces una inversión que parece buena a primera vista no lo es tanto cuando se analiza con perspectiva y tomando en cuenta todos los costes.
Rentabilidad de acciones vs fondos
A la hora de buscar rentabilidad real, también conviene comparar distintos tipos de inversión. Las acciones y los fondos son dos vehículos muy distintos:
Acciones
- Suelen tener más riesgo, pero también más potencial de rentabilidad.
- Cada operación tributa en el momento en que se vende.
- No permiten mover el dinero entre acciones sin pagar impuestos.
- Requieren tiempo para hacer seguimiento y tomar decisiones.
Fondos de inversión
- Permiten diversificar incluso con poco dinero.
- Se puede cambiar de un fondo a otro sin pagar impuestos hasta el momento del rescate.
- Hay comisiones, pero también gestión profesional.
- Pueden adaptarse mejor a distintos perfiles de riesgo.
Por ejemplo, en el caso de invertir 10.000 euros en una sola acción que sube un 20%, la rentabilidad nominal será alta. Pero si esa empresa cae, el impacto puede ser grande. En cambio, un fondo diversificado que suba un 10% puede ofrecer una rentabilidad más estable, con menos sobresaltos.
Además, la fiscalidad de los fondos permite mejorar la rentabilidad real a largo plazo. Al no tener que pagar impuestos cada vez que se hace un cambio, se protege el interés compuesto y se retrasa la tributación.
Antes de tomar decisiones importantes, conviene saber si la cartera está bien equilibrada. ¿Estamos invirtiendo con sentido? ¿Los pesos entre los distintos activos tienen lógica o podrían ajustarse para buscar una mejor rentabilidad real?
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La rentabilidad real no siempre se ve a simple vista, pero es la que marca la diferencia a largo plazo. ¿Empezamos?
La información compartida en este artículo bajo ningún concepto representa una recomendación de inversión.


